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MEMORIAS DE LAS PRÁCTICAS

MIS MEMORIAS: Prácticas en EGB 3

MARIELA BECERRA

PRÁCTICA DE ESCRITURA

ESCUELA: 4- 178 “Victoria Ocampo”

CURSO DE RESIDENCIA: 9º 3ª TT

ESPACIO CURRICULAR: Comunicación Social

PROFESORA TITULAR: Graciela Mercado

TUTOR: Graciela Mercado

 

“La Victoria Ocampo”: ¿cuál es?

 

En el momento en que Graciela Mercado nos propuso realizar las prácticas en esta escuela comencé a indagar con mis suegros, que llevan 30 años de docencia en escuelas estatales. La opinión que les merecía la escuela Victoria Ocampo iba desde que estaba en “un barrio muy peligroso” hasta que “la indisciplina era muy grave”, ya que la mayoría de los alumnos eran repetidores. Esto llevó a que mi  preconcepto sobre la institución fuera un tanto negativo. Romina por su parte, no había recolectado opiniones positivas con respecto a la  institución , sin embargo,  en mi corta experiencia como docente tuve la oportunidad de trabajar en una escuela de El sauce y otra del algarrobal y en ambas la experiencia fue muy positiva entonces me dije: será cuestión de probar.

Esperé ansiosa la primera visita a la escuela con mi compañera Romina Arreghini, estaba muy ansiosa y confieso un poco asustada, cuando llegamos a la institución (nos hicimos llevar  en auto) la fachada no era desagradable, si percibimos que sus alrededores, sobre todo al oeste por “los cerillos” era una zona no muy segura. Desde un primer momento fuimos recibidas muy amablemente por la directora quien nos facilitó e PEI y PCI nos hizo entrar a   una sala de espera donde firmaban los docentes, allí fuimos saludadas por cuanta persona entraba.

 En cuanto al interior del edificio se notaba cuidado, recorrimos el lugar tomando nota de todos los espacios y de todo aquello que nos llamaba la atención,  entre tanto tocó el timbre del recreo: era el momento de la merienda, los alumnos salían de las aulas y se colocaban en la fila para recibirla.

 Nosotras nos dirigimos a la sala de profesores en busca de Graciela, en el camino unos alumnos nos saludaron cordialmente. Sonó nuevamente el timbre pero todos hacían caso omiso permanecían sentados, comiendo, charlando con los celadores y los profes sentados en la sala.

Luego de unos minutos, Graciela nos señaló el curso donde íbamos a estar, por la cara de asombro que teníamos ella nos advirtió que era común el retraso en el regreso a las aulas, luego del recreo. La preceptora se dirigió al curso, caminamos lentamente hasta allí y  los alumnos fueron colocándose en fila para ingresar al aula. Comenzamos a sentir miradas de los alumnos  hacia nosotras “de arriba abajo”, unos silbaban a modo de “piropo” otros le preguntaban a la tutora quienes éramos, ella les decía “entren y les cuento. “

Al entrar al curso observé su estado descuidado, el piso y vidrios sucios y la estufa rota; permanecimos de pie frente al curso, Graciela nos presentó y luego nos sentamos para observar. Agravaba la situación de incomodidad la disposición de los bancos ya que estaban en forma de “U” amplia. Decidí colocarme junto a   la puerta de entrada, la sensación que tenía era de tensión, me sentía intimidada por algunos alumnos pero a la vez sentía tranquilidad porque estaba Graciela. Mientras tomaba nota mentalmente decía: “va a ser difícil esto, mirá vos saben bastante del diario, porqué las mujeres no hablan, este tal Tello es terrible” Etc. En todo momento los alumnos querían llamar la atención con golpes en el banco, gritos, comentarios desubicados, etc. creo que con mi compañera sentimos lo mismo: todo lo que teníamos en mente  para estos alumnos era demasiado ¿podríamos realmente manejarlos? Con el paso de los minutos se fueron serenando, y en el repaso que realizaban para el final de eje participaban muchísimo, cotejaban los contenidos en la carpeta y formulaban las preguntas correctamente. Definitivamente el panorama fue mejorando y mi ánimo también.

Al finalizar la observación, me quedé preocupada por algunos alumnos varones que tuvieron mala conducta durante las 3 hc, finalizada la clase dialogamos con Graciela que en todo momento nos transmitió calma y seguridad, aceptando que eran alumnos difíciles  pero a la vez “muy despiertos” y que les gustaba trabajar. También nos alertó sobre algunos problemas personales de los alumnos que nos  permitió entender la forma en que actuaban.

¡A trabajar!

Unas vez hecha la observación y con el programa en mano, pusimos en marcha nuestra propuesta estábamos muy entusiasmadas. Con mi compañera coincidimos en que lo mejor era realizar un cuadernillo teórico- práctico para optimizar el tiempo y “sacarles el jugo a estos alumnos”.

El tema que teníamos que desarrollar era “la imagen”, un tema atractivo para los jóvenes, con Romi  nos conocemos hace 10 años y hemos sido compañeras de estudio, por eso nos poníamos fácilmente de acuerdo; en ningún momento los subestimamos sino que apostamos a que íbamos a poder llevar la clase adelante sin dificultad.

El cuadernillo, modestia aparte, quedó muy bien, convenimos que debíamos entregarle nosotros, uno a cada alumno, y que  llevaríamos todo lo necesario para desarrollar cada una de las clases: revistas, tijera, plasticota e incluso lápiz negro para que dibujaran. Ahora sí tenía muchas ganas de comenzar con las prácticas, ya que yo iba a ser la que arrancara con la 1º clase, la segunda iba a estar a cargo de Romina y la tercera, mitad cada una.

  •   1º clase

Llegó el día esperado al ingresar al curso, respiré y sentí que comenzaba “la función” en mi mente medije “todo va a estar bien”.Comencé con la presentación personal y con el tema que iba a desarrollar, intenté ir despacio, darles tiempo y siempre me mostré predispuesta a que no fuera un monólogo sino que construyéramos juntos el conocimiento.

En el momento en que entregamos el cuadernillo, las caras de asombro me llamaron la atención al igual que algunos comentarios hechos por los alumnos:

“mansa plata  se gastaron”, “que manso que es gratis”, “es un montón, todo esto tenemos que estudiar”. La mayoría comenzó a hojearlo y demostraban interés, comencé con la explicación y acudí a la lectura grupal del cuadernillo, una estrategia que dio buenos frutos,  fue hacer leer el cuadernillo a aquel alumno que estuviera disperso; de este modo, todo marchaba tranquilo, preguntaban y  proponían ejemplos. Permanentemente, mi mirada apuntaba  a las alumnas  para ver si participaban, pero nada, seguían sin hablar y yo no deseaba violentarlas, pues ya habría tiempo.

Luego de la parte teórica llegó la actividad y también los alumnos se asombraron al ver los materiales que llevamos, estos fueron colocados en una mesa ubicada en el medio del aula y de allí iban sacando lo que necesitaban. Recorrí los bancos en todo momento y Romina ayudaba en el monitoreo, me dirigí a lugar donde estaban las chicas y les pregunté como iban con la actividad ¡por fin les conocía la voz!  Se mostraban inseguras para realizarla pero lo lograron sin problema. De esta primer clase, lo que más nos asombró fue que en un momento alguien dijo: “queremos a la profe verdadera no a las truchas”, este comentario fue realizado en el momento en que anticipábamos una nueva actividad, sólo me causó gracia y me dije “soy trucha hasta dentro de muy poco nene” y pensé en traerle el título el año próximo. Otro de los comentarios que nunca olvidaré es el de un alumno que en el momento de hacer una actividad le dirigí la mirada para demostrar interés y me dijo: “qué pasa” de un modo prepotente, me quedé helada y sólo le respondí :”nada, quería saber si necesitabas algo” .La última media hora fue una odisea porque los alumnos tenían ganas de irse a su casa, decían tener hambre sueño, etc , calculamos muy bien los tiempos y al tocar el timbre todos se pararon y se fueron sin saludar, lo cual me molestó un poco pero bueno, demasiado bien habían estado.

Ya sin los alumnos Graciela nos hizo la devolución que fue positiva en todo momento excepto porque las 2 habíamos intervenido en la misma clase y Romina había colaborado en el momento de las actividades. Nosotras les explicamos que no sabíamos que no era conveniente hacerlo así y quedamos de acuerdo para las próximas clases.

ü      2º clase

La segunda clase a cargo de Romina nos sorprendió que todos hubieran traído el cuadernillo y ya sabían la forma de trabajo, incluso algunos lo habían leído del todo, esto significó para nosotros un logro muy importante. La segunda clase fue excelente también el clima de trabajo y no nos equivocamos en la planificación, el tiempo era el adecuado y todos lograron entregar la actividad a tiempo. ¡Bingo!

 

ü      3º clase

La tercera y última clase la viví con nostalgia ya que me “encariñé” bastante rápido con el grupo de alumnos y las actitudes de ellos eran totalmente distintas, no nos trataban como “truchas”, sino todo lo contrario. Todas las clases trabajamos con revistas y el dato anecdótico es  que, tanto varones como mujeres, recortaban imágenes extras para uso personal en el caso de los varones: modelos, las chicas algunos vestidos de fiesta o un famoso actor, casi todos nos pedían permiso para llevárselas y por supuesto que accedimos.

En mi última intervención me tocó realizar un mapa conceptual con todos los contenidos vistos ya que era importante cohesionar los conceptos  para que les quedara  claro lo visto. Los chicos prestaron atención en  todo momento y anotaron en sus carpetas, con esta actividad terminamos de chequear que habían entendido muy bien. Ojalá los alumnos  hayan percibido el cariño con el que los miré  en los últimos minutos, ellos ya no querían que nos fuéramos, sino que nos quedáramos un poco más, luego de colocarles las notas que habían obtenido (muy bien merecidas) un aplauso final y un gracias por parte de nosotras  fue el final.

 La idea que teníamos sobre los alumnos de esa escuela ya no era la misma , por suerte pudimos, desde adentro de la institución  darnos cuenta que los prejuicios no sirven para nada y que hay que ser prudentes a la hora de opinar sobre una escuela y su población .Vuelvo entonces a la pregunta inicial ¿la Victoria Ocampo? Una escuela muy linda con alumnos capaces de aprender a pesar de todo lo que les toca vivir  y que desde su lugar nos siguen enseñando que todo vale la pena

 

 

 

 

 

 

 

MIS MEMORIAS: Prácticas en EGB 3

MARIELA BECERRA

 

 

ESCUELA: 4-067”Osvaldo Borghi”

CURSO DE RESIDENCIA: 1º 3º

ESPACIO CURRICULAR: Comunicación

PROFESORA TITULAR: Graciela Mercado

TUTOR: Graciela Mercado

 

"COMO PEZ EN EL AULA "

Una vez superada satisfactoriamente las prácticas en la EGB, llegó el turno de Polimodal; gracias a la predisposición de mi tutora, Graciela Mercado, el lugar elegido era la escuela Borghi en el Barrio Cano de ciudad.Había visto el nombre en algunos llamados pero, por consejos de algunas personas, nunca me presenté a ninguno de ellos, ya que la zona no era buena  y los alumnos tampoco. Como ya me había llevado una gran sorpresa con la escuela Victoria Ocampo hice caso omiso a los comentarios de parientes y colegas de la escuela privada en la que trabajo (María Auxiliadora) Decidí predisponerme a conocer la escuela sin prejuicios. Días antes de concurrir a la observación de las clases, ubiqué la calle donde quedaba y pasé con el auto .Por fuera, el aspecto era muy bueno y además estaba frente a una comisaría.

Quedamos de acuerdo con mi tutora en hacer la observación el día martes 6 de octubre   a las 8 de la mañana, en todo momento Graciela se preocupó por mi, demostrando su capacidad de tutora ,  me daba consejos en torno al horario y me advirtió que no había problema si no llegaba 7:55 porque los alumnos se demoraban en ingresar. El día de la observación lo comprobé llegue con “la lengua afuera” después de dejar a mis  hijos en la escuela y, para mi asombro, muchos alumnos charlaban distendidamente en la puerta, algunos fumaban, otros comían, nadie parecía tener apuro, excepto yo.

 Al ingresar la escuela me pareció muy amplia y prolija, pregunté a unas alumnas donde era la sala de profesores y me encontré con Graciela. Mi estado de salud no era óptimo, mejor dicho, me sentía mal, congestionada, un poco disfónica y con mucho dolor de cabeza pero esto no sería un impedimento para realizar mi observación.

A los pocos minutos de haber ingresado,  la preceptora tocó el timbre insistentemente y acudió a la puerta de entrada para avisar que la cerraría. Recién en ese momento los alumnos ingresaron, se formaron e izaron la bandera. Graciela me presentó a las profesoras que se encontraban allí y me dijo que hoy trabajarían con un texto sobre “el cine como industria”. Pasamos al curso, me presentó y por supuesto tuve que soportar las miradas de los chicos y chicas, pero reconozco que eran menos duras que las propiciadas por los de la Victoria Ocampo.

Para comenzar con el registro  me situé al final, entre dos hileras de bancos, el aula era cómoda luminosa y con vista a  ambos patios lo que ayudaba a no sentir la sensación de encierro. Graciela comenzó con la clase e inmediatamente comencé a registrar todo lo que podía, los alumnos se mostraban respetuosos en el trato con la docente, pero de modo permanente se quejaban por escribir, por leer. Por supuesto que la presencia de la “intrusa”, es decir: yo, hacía que exageraran su conducta habitual, les costó muchísimo hacer silencio para que la profesora pudiera comenzar la clase, hablaban de películas, invitaciones para el fin de semana, y otros comentarios típicos de la primera hora de clases.

En medio del alboroto, la docente tomó lista, mientras muchos se mostraban  interesados en entregar un trabajo práctico y otros se justificaban diciendo que no lo habían hecho porque no entendieron. Mi malestar físico, que iba en aumento, hacía que por momentos me distrajera pensando que, seguramente al otro día, no iría a trabajar. M e sentía tan mal  que por un momento pensé en decirle a Graciela pero tomé fuerzas y me dije: “aguanta una hora y media más” y así fue. Me concentré y continué el registro comenzaron a plantear las dudas del T.P  y la profesora  le pedía al que lo había terminado que lo leyera para hacer la autocorrección.

La primera sensación sobre los alumnos  fue que eran muy charlatanes, inquietos y muy quejones. A la par de las explicaciones la profesora interrumpía para decir: “escuchen que esto es importante” tienen que ponerlo así, etc. Además, ya habían pasado 20 minutos y seguían ingresando alumnos tarde, saludaban y se sentaban, el murmullo era constante.

Luego de unos minutos, finalizada la revisión parcial de las preguntas del práctico la profesora colocó en el pizarrón el tema a desarrollar: el melodrama. En ese momento hicieron silencio porque comenzó a dictar una alumna le dijo “uy se ha venido mala otra vez, no dicte” seguían haciéndose evidentes las quejas y las pocas ganas de trabajar. Fue un esfuerzo terrible hacer que todos sacaran la carpeta y comenzar a dictar, la profesora recorría las filas para corroborar que hicieran esta acción tan simple. Intercalando dictado con explicación el tema se desarrollaba lentamente, pero en silencio, los alumnos participaban en los momentos en que la profesora hacía preguntas, eran comunes los “ganchos” como: “presten atención a esto., saben cómo eran al principio las novelas” y otros tantos para mantener la atención de los alumnos.

 La participación fue masiva cuando la docente mencionó si les gustaban las películas  de terror, todos comentaban se escuchaba, “manso, te la viste a esa, yo las tengo todas”. La profesora  continuó dictando, esquivando los frenos que le ponía el auditorio. Se hizo necesario un buen reto de Graciela para que cortaran con la queja, luego de ello se quedaron tranquilos y copiaron.

Al cabo de unos minutos se presentó otra dificultad característica de quienes antecedemos a las horas de Geografía porque comienzan a circular mapas que no tienen nada que ver con nuestro campo. Una vez más, hubo que frenar para pedir que los guardaran, yo estaba agotada de sólo presenciar, admiraba la paciencia de Graciela para continuar entusiasmada la explicación.  

Ya en el recreo, el clima de la sala de profes era ameno todas las docentes charlaban de su vida personal, me saludaban y tomaban café. La preceptora ingresó para comunicarles sobre  la “maratón de lectura” que se iba realizar en el próximo módulo, se trataba de un proyecto escolar para estimular el hábito de lectura, se llevaba a cada curso una caja con libros adecuados a su edad y todos debían leer durante el módulo. Me pareció muy interesante la propuesta.

La vuelta al recreo también fue lenta, la preceptora ingresó con la caja y los alumnos comenzaron a sacar los libros y la mayoría leía atentamente y en silencio. Algunos alumnas que estaban cerca de mí me  pedían que les leyera lo que había escrito, otros me preguntaban si iba a poner que se portaban mal,  yo con mi disfonía les dije que no, que sólo yo lo iba a leer y que era para conocerlos. Me quedé con la imagen de casi todos los alumnos con un libro en la mano, me preguntaba si lo estaban leyendo o sólo simulaban pero la mayoría de los rostros mostraba concentración y los que estaban a mí alrededor le recomendaban a sus compañeros que libro leer. Mi registro se terminó  con una variación enorme entre el murmullo inicial y la paz final.

 

A planificar se ha dicho…

El tema a desarrollar durante mi residencia era “la recepción de mensajes” para lo que, según lo acordado con Graciela, tomaríamos como guía el manual de Santillana: “Comunicación, Sociedad y medios”. En base a  los datos de la observación, y con el éxito  que tuvo el cuadernillo en la práctica de EGB3, creí conveniente volver a hacerlo, no sólo por los alumnos sino porque me parece una herramienta metodológica que optimiza el tiempo y atrapa la atención.

Una vez comprobado mi “catarro de vías aéreas superiores y con 2 días de licencia comencé a organizarme. El tema ya lo había dado a mis alumnos de 1º año de María Auxiliadora, (aunque allí  no conocía las bondades del cuadernillo). Decidí entonces armar clase por clase integrando teoría y práctica; esta vez estaría sola por lo que podía realizar algunas “innovaciones que me permito con mis alumnos”. Tenía claro que quería comenzar cada clase de un modo distinto jugando con la intriga para luego presentar el tema del día. Una vez que tenía las 1º clases y que Graciela las aprobó sólo quedaba terminar de definir la cuarta clase.

 

ü      1º clase

Llegó el día esperado, estaba mucho más tranquila y con muchas ganas de comenzar, una vez en el curso me paré, los miré a los ojos y esperé que hicieran silencio para saludar, volví a explicarles quien era y que los iba a acompañar durante cuatro clases; el  recibimiento fue bueno y apareció la pregunta del millón: ¿usted dicta mucho? A lo que respondí “más o menos, pero hoy no”.

Para desarrollar el contenido de la primera clase, la recepción de mensajes quise ponerlos en el lugar de perceptores, antes de anticiparles el tema, como no conocía los nombres de los alumnos, elegía al azar a 4 alumnos y les entregué a cada uno un texto impreso. (Sólo les dije que leyeran lo que tenían en sus manos a los compañeros y a éstos que escucharan atentamente), todos ponían cara de asombro, pero en silencio escucharon a cada uno. Cuando llegó el momento del último se trataba de la canción de Daddy Yankee “Llamado de emergencia” todos sonrieron y acompañaban al que leía que también se contenía para no reír. En ese momento les expliqué que en sus carpetas debían colocar el número de texto y  colocar qué era lo que habían escuchado, comenzaron a hacerlo entusiasmadamente y debatían entre ellos. Los textos leídos, (que se adjuntan en este trabajo), eran:

ü      Una canción

ü      Un poema

ü      Una adivinanza

Al entregarles, banco por banco el  cuadernillo  se admiraron y dijeron cosas tales como: ¿cuánto hay que pagarle? , ¿Cuánta plata se ha gastado en todos nosotros?

hubiésemos copiado un poco, etc.

En la exposición oral de los contenidos, noté una diferencia importante, que Graciela también advirtió, como esta vez estaba sola,  mi modo de expresarme era el habitual para mí, pero no para Graciela: hablaba  eufóricamente, gesticulaba y  hacía chistes en medio de las explicaciones. Juntas llegamos a la conclusión que en la práctica anterior tuve que “acomodarme al estilo de Romina”, recuerdo que Graciela me hacía señas para que vaya más despacio, luego me dijo que era porque pensó que había empezado muy acelerada y que no iba a llegar a los 40 min.; sin embargo actúe de la misma manera y con la misma energía durante las 4 clases que dicté.

ü      2º clase

En la segunda clase estaba muy contenta y tranquila porque todo estaba planeado, a diferencia de las clases que doy en María Auxiliadora, además  definitivamente el grupo me caía bien especialmente una parejita de novios que se sentaban juntos eran muy aplicados (hasta el día de hoy me los sigo encontrando, en la 6ta sección, en el súper, el video club o en la panadería y me saludan con mucho cariño y respeto).

Graciela ya había visto y aprobado mi propuesta para comenzar la segunda clase, se trataba de una dramatización de una situación comunicativa (interpersonal) sin sonido. Escogí a mis actores entre los alumnos: un mozo, un chico y una chica.; los llevé un momento a la puerta del aula y en un papel les mostré lo que debían actuar, sin palabras sólo utilizando  lo gestual. El escritorio fue colocado a modo de mesa de restaurante, al que hacía de mozo le di una libretita y una lapicera y la pareja sólo se sentó. El resto de la clase  tenía  puesta la atención en la dramatización y la consigna era que observaran detalladamente lo que ocurría porque luego responderían un cuestionario. Todo salió muy bien hubieron risas y caras de asombro y antes de que pudieran decir en voz alta de qué se trataba, les pedí que respondieran. Las respuestas fueron variadas y sirvieron para ver el tema de la codificación y decodificación de mensajes. Este modo de dar la clase permite corroborar que es posible salirse de los modos convencionales para  plantear propuestas acordes a lo que a los jóvenes les interesa.

Las actividades las hacían poniendo muchas ganas, en ocasiones me reclamaban más tiempo para debatir, accedí  y también  tuve que hacer modificaciones sobre la marcha porque el tiempo no alcanzaba para desarrollar todo. Un motivo era el tema de la entrada a clases y la vuelta del recreo, se trataba de 10 minutos de más que yo no había contemplado.

 

ü      3º clase

En la 3º clase disfruté de la ventaja que implica para un docente contar con la planificación de cada clase, segura de lo que iba a hacer con los alumnos. El tema de la clase era: “los tipos de lectura de los medios masivos y la relación entre cultura mediática y hegemonía cultural”, utilicé como disparador publicidades gráficas en las que salían adolescentes y abrimos el debate en torno a si ellos se identificaban con los modelos que aparecían en la publicidad. Lo que más rescato de la clase es que se pusieron de manifiesto las rivalidades entre hombres y mujeres, resaltando una postura machista, que le quedo a Graciela como un tema a tratar. En un momento de la clase se armó un debate interesante y el modo de exponer las ideas, en muchos casos fue agrediendo al otro, en lugar de argumentar su opinión. Fue  necesario hacer un “paréntesis”  y hablamos sobre la importancia  de ser respetuosos al momento de disentir con el otro. El cambio se notó rápidamente y pudimos seguir con la puesta en común.

 

ü      4º clase

En la cuarta clase sentí, más que nunca,  la presión del tiempo porque si algo no alcanzaba a dar  ahora, no lo daría  más. El día fue complicado desde el principio, muchos de los alumnos iban a participar de un acto y estaban distraídos con la ropa, el peinado y  la falta de tiempo para ensayar por última vez, comencé retrasada por este motivo y con bastantes interrupciones, la profesora  de historia les había mandado a decir con otra alumna que debían salir a ensayar, sí o sí, porque habían cambiado uno de los bailes. El alboroto fue tremendo, Graciela intervino diciéndoles que no era posible y tuvo que ir a hablar con la profesora para explicarle la razón; los que no entendieron fueron los bailarines que mostraron su ira diciendo que era injusto y que iban a  retirarse igual, Graciela les dijo “yo no los dejo pero si quieren ir vayan”, algunos hicieron el intento pero finalmente se quedaron, protestando.

El clima áulico no era el mismo y yo sentí un bajón porque la actitud era  “yo no pienso hacer nada”, me costó motivarlos y el tema no ayudaba mucho por ser bastante teórico. A pesar de todo, la clase  resultó bien  y se engancharon por el lado de ver que cosas cambiarían con la nueva de ley de medios.

El tiempo fue tirano y Graciela me advirtió que quedaban 5 minutos para finalizar, casi me muero, no alcanzaría a hacer el esquema completo de todo lo visto. Prioricé controlar la actividad realizada  y entregarles los T.P corregidos que me habían entregado la clase anterior; sólo me quedó tiempo para un gracias y para darles un chupetín a cada uno. Los alumnos  fueron muy cariñosos conmigo me dijeron que volviera y que les habían gustado las clases; la parejita de novios dijo “seguro que la van a aprobar profe, se va a sacar un diez”, creo que muchos, como ellos, habrán sido conscientes que con su comportamiento me estaban ayudando.  Ambos estábamos en situación de alumnos, ellos en Polimodal y yo en el Profesorado aprendiendo a ser docente con ellos, con cada grupo en especial.

Con esta residencia comprobé   que no se puede actuar de la misma manera con todos  y que sobre todo, nosotros, comunicadores, debemos adecuar a nuestro público el mensaje aplicando todas las estrategias posibles para lograr esa “empatía” que tanto nos gratifica.

UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Al observar el dibujo, inevitablemente tiendo a evaluar a la alumna, en el caso de que fuera una  actividad de la materia, esta sería la devolución:

El mensaje es claro. Correcta utilización de lo simbólico. El epígrafe agrega información nueva al mensaje. Sincretismo adecuado, etc.,

Pero no es así y debo intentar un análisis, no como docente en práctica sino, desde alumna del profesorado y Comunicadora Social.

Observé el dibujo repetidas veces, desde la primera visualización,  lo asocié a lo que me expresan mis alumnos de Polimodal a diario. La idea que tienen acerca de la escuela es la de un espacio obligatorio, lleno de prohibiciones que ellos catalogan “sin sentido”,  con la participación de personas (profes) que tienen “algo para decir”,  que ellos no quieren escuchar. Esto sumado al famoso ¿para qué nos sirve?

Ø      Les cuento una experiencia  estrechamente  vinculada  al dibujo de la alumna de 9º.

A comienzos de este año, como actividad diagnóstica mis alumnos de 2º  Polimodal, elaboraron un mensaje (utilizando diarios y revistas) para  expresar su sentimiento acerca del comienzo del año escolar: las respuestas fueron increíble:

 

ü      “inicio de clases no ha de ser un incentivo”

ü      “ Nada importa  más que el recreo”

ü      “ Menos matemática, mejor vida”

ü      “Al que estudia, ¿Dios lo ayuda?

ü      “ Las clases cotizaron en baja”   

 

En lo denotativo difiere con el dibujo pero ambos connotan sentidos similares.                 

La imagen que dibujó esta alumna, habla por sí sola y reforzándola, el texto que acompaña agrega información:

 

Ø      A pesar de vivir la escuela como cárcel, a la alumna le sobra libertad, infiero que se refiere a otros ámbitos de socialización como la familia, los medios de comunicación o el club.

Ø      Ella  aguanta estar “encerrada” para estudiar porque quiere seguir una carrera (tiene libertad condicional), me pregunto si contará en una pared los días que le faltan para terminar la escuela secundaria y en mi rol de periodista,  me surge otra pregunta: ¿quién es la persona que la manda  con tono de burla a estudiar?

Mi enciclopedia (ampliada recientemente gracias al profesorado) se activa nuevamente, para relacionar la situación planteada desde las características de las instituciones por la que transitamos a diario.  Basándonos en el dibujo y en los mensajes de mis alumnos, podríamos caracterizar a esta  escuela- cárcel”: aparecen el sufrimiento institucional, las   fracturas en el espacio (devastado, estallado) enrejado, aislado, claramente proyectados en el dibujo.

El clima institucional…… no se detalla en los libros de temas ni en las actas. Deberíamos pedirle a cada uno de los integrantes de la escuela un dibujo. Entonces, me doy cuenta que, no sólo analizo los elementos comunicacionales del mensaje de la alumna sino que, el campo es mucho más amplio, por no decir infinito.

El sujeto de aprendizaje hoy está en crisis, a mi juicio por las características del sistema educativo que hace hincapié en políticas educativas, equipamiento, diseño curricular, etc. pero descuida un aspecto fundamental: sus destinatarios, los  alumnos desde los más chicos hasta los adultos. Es necesario redefinir el proyecto de la escuela obligatoria, prestando atención a otros aspectos que van más allá de los datos estadísticos, pensar en el contenido, en el currículum y la didáctica y sobre todo en la MEDIACIÓN, analizando y pesando qué estrategias se pueden aplicar para mejorar la deteriorada comunicación  entre docentes y alumnos. No hay que olvidar que manejamos códigos y valores distintos, que no somos simples emisores de  información, que la etapa  de la adolescencia está signada por el malestar, por la rebeldía con  la autoridad y los deberes sociales.

 Desde mi lugar de comunicadora, “cuasi docente” siento una doble presión, ¡qué ironía que no pueda superar los ruidos comunicacionales para que el mensaje que quiero transmitir les llegue! cómo hacer para cambiar esta concepción, cómo evitar que en un futuro se hable de los estudiantes como la nueva tribu: “presos part- time”.

Intentemos devolver a la escuela su rol de factor protector en el sentido más amplio, motivando día a día  a nuestros alumnos, favoreciendo en el aula el  “cambio climático” para que el pronóstico mejore, PASANDO DE LA OBLIGACIÓN A LA SATISFACCIÓN POR LOS LOGROS OBTENIDOS DE ALUMNOS Y DOCENTES.

 Lic. Mariela Becerra

 

Bienvenido

Me llamo Mariela Becerra de la carrera de Comunicación social. Jamás me imaginé ejerciendo la docencia pero cada día que pasa me gusta más!!!